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Soy un poema, un manifiesto

Gabierotika Soy una mujer curiosa, deseosa, pero más deseante. Soy una mujer y un cuerpo, un cuerpo físico, un cuerpo psíquico, un cuerpo intelectual, que le llama la atención conectar desde las particularidades, desde lo alternativo, con personas con mente y cuerpo alternativo, diferente, raros, discriminados, justamente por eso que yo considero un gran valor, que es su rareza. Soy una mujer llena de historias, que no teme a meterse en los lugares más recónditos de Buenos Aires, o los lugares más sofisticados e intelectuales, para continuar su recorrido, su aprendizaje. No tengo miedo de meterme en el barro, no tengo miedo de meterme en lugares donde se considera que no debería estar. Me presento como trabajadora sexual en talleres de coaching, en talleres de venta de productos digitales. Me presento en lugares de filosofía y lugares donde no es necesario presentarme ni como trabajadora sexual, ni como masajista erótica, ni como dominatrix profesional, ni como actriz, ni como profesora de teatro. En lugares donde la palabra está de más. En lugares como boliches swingers, boliches de fiestas electrónicas, sexuales. En lugares donde los gestos, la transpiración, los cuerpos son los que dan señales reales de consentimiento. Desde ahí, atravesada por todos esos espacios y por mi gran proceso de investigación personal y mi cabeza, mi inteligencia, porque si la inteligencia es algo es justamente juntar la información y poder relacionarla. No es juntarla y tenerla almacenada como una hermosa biblioteca. Yo la saco, saco todos los libros, los tiro en el piso y hago un collage. Eso soy hoy: Gabierotika

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Entre leyes, deseos y cuerpos reales

Hace algunos años tenía un amante que era abogado. De esos que te miran mientras hablás y ya te están armando un argumento legal. Una noche, después de una sesión muy intensa, terminamos charlando sobre lo que hago. Le conté sobre mis servicios como trabajadora sexual inclusiva, sobre las personas con discapacidad que atiendo, sobre lo que pasa en esos encuentros. Y él me dijo algo que me marcó: “Gabi, vos estás haciendo algo que no es ilegal… pero tampoco está del todo contemplado. Estás en un limbo legal, como muchas cosas importantes”. Desde entonces, empecé a leer más sobre leyes, derechos, salud, educación sexual… y es cierto: la ley no habla de asistencia sexual, pero tampoco la prohíbe. No dice “esto está mal”, pero tampoco nos reconoce como trabajadoras dentro de un marco que nos proteja. Lo mismo pasa con la sexualidad de las personas con discapacidad: está, existe, arde… pero la mayoría de los textos legales lo ignoran o lo tratan como un problema. Y sin embargo, en la Ley de Educación Sexual Integral (26.150), hay algo que nos habilita: el derecho a una sexualidad libre, saludable y placentera. Esa ley no dice “coito”, no dice “pareja heterosexual”. Habla de diversidad, de cuerpo, de respeto. Y ahí entramos todos. También las personas con discapacidad. También quienes elegimos trabajar desde el deseo con profesionalismo y cuidado. Yo acompaño a quienes no encuentran respuesta en un consultorio ni en un libro. Personas que quieren explorar, hablar, ser tocadas, recibir placer sin culpa. Y lo hago desde un lugar claro: no desde la lástima, sino desde el respeto. No desde el mito, sino desde el cuerpo. Lo legal está en construcción, pero lo que pasa en una sesión, eso, ya es real. Y transforma.

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El teatro y la discapacidad se abrazan

Decidí estudiar el profesorado de teatro porque creo en el poder expresivo de los cuerpos. Y no hablo solo de los cuerpos que suben al escenario con técnica perfecta, sino de todos los cuerpos: los torpes, los heridos, los distintos, los que se mueven lento o que no se mueven como se espera. El teatro es un lenguaje que no necesita traducción. Puede hablar con una mirada, con un silencio, con una respiración. Y eso lo hace profundamente inclusivo, aunque muchas veces el sistema educativo o artístico no lo vea así. Pero yo lo vi, y por eso elegí formarme como docente. Vengo trabajando hace años con personas con discapacidad, y en ese recorrido entendí que el teatro no es solo una forma de expresión: es una herramienta para habitar el deseo, la presencia, la afirmación del yo. Cuando alguien con discapacidad entra en una escena, se corre del lugar de paciente, de usuario, de asistido. Se convierte en creador, en protagonista, en potencia. El teatro y la discapacidad se abrazan porque ambos tienen algo en común: no responden a una forma única. Se adaptan, se expanden, se reinventan. Por eso quiero enseñar desde ahí. Porque no hay un cuerpo equivocado para actuar, así como no hay un cuerpo equivocado para sentir.

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El deseo también construye quién somos

Desde chicos nos enseñan muchas cosas sobre cómo debemos ser. Pero pocas veces nos enseñan a sentir, a desear, a nombrar lo que nos gusta. La sexualidad suele estar silenciada, especialmente en personas con discapacidad, cuerpos diversos o expresiones que no se ajustan a la norma. Sin embargo, el deseo forma parte esencial de la identidad. Explorar la propia sexualidad no es solamente una cuestión de placer físico. Es una forma de descubrir quién soy, qué me atrae, cómo me relaciono con mi cuerpo y con los demás. Poder decir “esto me gusta”, “esto no”, “esto quiero probarlo” también es construir autoestima, autoconocimiento y presencia. Acompaño a muchas personas a transitar ese camino: personas que no habían tenido contacto íntimo real, que sentían vergüenza de su cuerpo o que nunca se sintieron deseadas. Y lo que aparece ahí es potente: cuando el deseo es habitado con libertad, la identidad se fortalece. El cuerpo ya no es solo funcional o disfuncional: es propio, vivo, deseante. La ESI lo dice claro: la sexualidad es parte de la formación integral. Pero más allá de la ley, lo que veo en cada encuentro es esto: cuando alguien se anima a desear, empieza a ocupar su lugar en el mundo con otra fuerza. Porque el deseo no solo excita: también afirma. También construye.

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La intimidad no se adapta: se construye con deseo

Cuando se habla de discapacidad y sexualidad, muchas veces se piensa en adaptar algo que ya existe: adaptar la educación, adaptar los cuerpos, adaptar los vínculos. Pero la intimidad no necesita adaptaciones técnicas. Lo que necesita es ser escuchada desde el deseo real de la persona. Hay quienes llegan a una sesión sin haber sido mirados nunca con deseo. Hay quienes cargan años de silencios, de burlas, de incomodidad ajena. Y en ese espacio de cuidado, donde todo está pensado para respetar tiempos, límites, preferencias, muchas veces aparece algo tan simple como poderoso: el alivio de poder ser deseado sin pena, de poder elegir sin explicarse. Como trabajadora sexual inclusiva, no solo doy placer: también abro puertas. Acompaño a descubrir qué cosas excitan, qué cosas incomodan, qué cosas se quieren probar. Y eso no lo enseña un manual. Se construye con presencia, respeto y conexión real. La ESI nos enseña que la sexualidad es un derecho. Y ese derecho no se detiene frente a una silla de ruedas, un diagnóstico o una condición. La intimidad no se adapta. Se crea. Se habita. Y también puede ser maravillosa.

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El deseo no es caridad: sexualidad, acompañamiento y dignidad

Cuando hablamos de sexualidad en personas con discapacidad, muchas veces se cae en dos extremos: la negación total del deseo, o la mirada morbosa que convierte sus cuerpos en algo extraño o fuera de lugar. Pero hay un camino más humano, más real: el del respeto profundo, el del encuentro verdadero, el del placer elegido. Acompañar desde lo erótico no significa “ayudar” desde un lugar de lástima. Significa estar disponible con el cuerpo y la escucha para facilitar experiencias sexuales, sensuales o afectivas que respondan al deseo propio de cada persona. No hay un modelo único. A veces es una caricia, otras una práctica más intensa, otras simplemente hablar sin sentir vergüenza. Mi rol como trabajadora sexual inclusiva incluye, por supuesto, dar placer. Pero no se trata solo de eso. También es abrir posibilidades, habilitar un espacio íntimo donde el deseo puede existir sin culpa, sin metas impuestas, sin apuro. Donde una persona con discapacidad no tiene que explicarse ni pedir permiso para sentir. Donde el fetiche, el juego de roles, la entrega o la simple mirada pueden ser tan importantes como cualquier otro acto. No es caridad. Es erotismo. Es derecho. Es amor propio. Y es libertad.

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Fetichismo y discapacidad: el derecho al goce

Fetichismo y discapacidad: el derecho al goce Hablar de sexualidad en personas con discapacidad es abrir una puerta muchas veces cerrada por prejuicios, por tabúes, por una mirada que las infantiliza o las vuelve invisibles. Pero la sexualidad no desaparece por tener un cuerpo que funciona de manera distinta. Al contrario: muchas veces se vuelve un territorio aún más rico y sensible para explorar. El fetichismo, lejos de ser una rareza, es una vía legítima de placer. Para algunas personas, la adoración de pies, el cuero, los roles, los juegos de poder o la entrega sensorial pueden ser formas profundas de conexión consigo mismas y con otros. El derecho al goce no se limita a lo coitocentrista, a la genitalidad directa, ni a un único guion sexual. El goce es un universo amplio, lleno de maravillas, donde las fantasías también merecen ser habitadas. Tener a alguien que sepa acompañar esa exploración, sin juicios, con herramientas, sensibilidad y deseo de verdad, no es menor. Es un privilegio que amo de mi trabajo: ser guía, ser apoyo, ser presencia real en ese momento íntimo y único. Todas las personas tienen derecho a elegir su forma de disfrute: erótico, sensual, íntimo, tierno o salvaje. Ese derecho también lo tienen las personas con discapacidad. Y ejercerlo no es solo válido: es hermoso, justo, y profundamente humano.

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La sexualidad no tiene límites: ESI, trabajo sexual y discapacidad

La sexualidad no tiene límites: ESI, trabajo sexual y discapacidad La sexualidad es parte fundamental de la vida. A través de los años, he aprendido que no importa quién seas o cuáles sean tus capacidades, todos tenemos derecho a disfrutarla, expresarla y vivirla con libertad. Como trabajadora sexual, he visto de cerca cómo las personas con discapacidades enfrentan barreras que van más allá de lo físico. Esas barreras están hechas de prejuicios, estigmas y silencios. Pero también he sido testigo de lo liberador que puede ser un espacio seguro, donde el placer sea legítimo, accesible y respetado. La Educación Sexual Integral (ESI) tiene un rol crucial en esto. Nos enseña que la diversidad en la sexualidad es natural y valiosa. Hablar de deseos, límites y derechos, sin tabúes, empodera a las personas y les permite tomar el control de sus cuerpos y su sexualidad. Para quienes tienen una discapacidad, esto significa no solo acceso a la información, sino también a experiencias que respeten sus necesidades y deseos específicos. En mi práctica, incluyo esta perspectiva: adapto experiencias, escucho con atención, y ofrezco herramientas para que cada persona explore su sexualidad de manera plena y auténtica. Pero esto va más allá de mi trabajo. Se trata de un cambio cultural que debemos impulsar juntos: comprender que el placer no es un privilegio, sino un derecho.

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Una mujer para hombres sensibles

Hay quienes podrían afirmar que el trabajo sexual se encuentra despojado de la seriedad que la sociedad le otorga a otras profesiones, cuyo estudio se desarrolla en un ámbito institucional y los conocimientos provienen de los libros y no de la cotidianidad y la observación. Así como también, el ámbito laboral puede desarrollarse en una oficina, pero no en una habitación privada… ¿Qué sucedería si en la flexibilidad actual de las palabras, planteáramos el término de Terapeuta Sexual? GabiErotika es, en el mejor de los casos, de las personas que he conocido, la que más se acerca a este término poco convencional que yo he decidido otorgarle. Ella asiste, por medio de encuentros íntimos, a un público con alguna discapacidad. Quienes a pesar de los tabúes que los rodean, también cargan con el mismo derecho de satisfacer un deseo carnal, que no escapa al que cualquier ser humano siente con respecto a su sexualidad. Como ella afirma: “las personas con discapacidad son personas. Y son personas que sienten tanto deseo o más. No está bueno infantilizarlos. No los traten como niños y no los acaricien como si lo fueran, porque estas personas son como cualquier otro ser humano”. Gabi es una persona muy especial que cuenta con mucha sensibilidad a la hora de reflexionar sobre su trabajo y sobre la realidad de sus clientes. Oriunda de la Patagonia Argentina, actualmente vive en Recoleta, Ciudad de Buenos Aires y trabaja con personas con discapacidad motriz y cognitiva. En un comienzo trabajaba en un cabaret, pero hace años que lo hace de forma autónoma e independiente. Todo comenzó con un anuncio destinado a “hombres sensibles” y esto funcionó como un disparador para empezar a relacionarse con otro tipo de público, que para poder contratar un servicio sexual con cualquier trabajadora muchas veces debe pagar un costo más alto, y no se los aborda con el mismo cuidado humano que ella posee.

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La Desnudez

El desnudo como ideal de belleza ha sido un tema recurrente en el mundo del arte. Porque el ser humano encuentra en el arte una forma de reflejar su existencia y yo las he fusionado a las dos para lograr un equilibrio en mi vida. Desde su lado más mundano, relacionado con el erotismo hasta el más espiritual. El desnudo como ideal de belleza ha sido un tema recurrente en el mundo del arte. Porque hemos encontrado en el arte una forma de reflejar nuestras vidas y yo las he fusionado. No es un camino fácil porque la gente tiene miedo. Miedo a la censura, al qué dirán, a romper estereotipos. Pero a pesar de todo esto, sigo cruzándome con personas que están en la misma búsqueda de libertad que yo; que sienten al desnudo como una filosofía de vida, tal como yo. Que pueden fluir hacia el más allá. Y es a todos ustedes, a quienes les dedico estas palabras y los invito a que me acompañen en esta nueva forma de sentir la vida. Más allá de la sexualidad, del erotismo, del éxtasis, del arte y del goce por separado. Abramonos a nuevas formas de jugar, de experimentar, de conocernos en Gabierotika.com

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